Marlene, madre de un alumno de sexto, fue una de las elegidas para visitar el comedor del cole a través del sorteo disponible para familias socias.
Tras comer en el colegio hoy mismo, nos relata su experiencia abajo:
Por un momento volví a ser esa niña pequeña sentada a la mesa, esperando que me sirvieran brócoli, lomo de cerdo, patatas y agua. La diferencia es que hoy disfruté ese plato de verdad. Incluso agradecí ese brócoli maravilloso que, probablemente, a la edad en que me lo servían entonces, no habría querido ni mirar.
Menú, calidad y cantidad
El menú era sencillo y equilibrado. Comida reconocible, bien elaborada y bien presentada. Se nota que hay una intención clara de educar el paladar desde lo cotidiano.
La calidad de los alimentos era evidente, tanto en el sabor como en la preparación. Y en cuanto a las cantidades, el equilibrio fue impecable: quien se quedaba satisfecho con su ración, perfecto; quien quería repetir, podía hacerlo sin problema. Aproximadamente un 10% de los niños levantaron la mano para pedir más, y fueron atendidos con naturalidad y sin juicio. Eso también educa.
Limpieza y orden
El comedor se percibe limpio, cuidado y bien organizado. Al finalizar la comida, los niños recogían uno a uno sus bandejas, colocaban los cubiertos en el lugar correspondiente y dejaban el espacio ordenado. No es solo limpieza: es autonomía, responsabilidad y pertenencia a una comunidad que funciona.
Ambiente y ruido
El ambiente era ruidoso, sí… pero era un ruido precioso. Un ruido vivo.
Niños hablando entre ellos, riendo, intercambiando, aprendiendo a socializar, a compartir mesa, a comer juntos y a estar juntos. No era caos, era vida. Un ruido que acompaña, no que molesta.
Las paredes del comedor también hablan: están llenas de mensajes, estímulos e instrumentos visuales que motivan a mejorar los modales, el compañerismo y el comportamiento en la mesa. Todo está pensado para acompañar el momento de comer como parte del aprendizaje diario. Y funciona.
Personal
El trato del personal fue cercano, respetuoso y atento. Me encantó especialmente que me preguntaran si comía carne de cerdo, teniendo en cuenta posibles costumbres personales o religiosas, y que existiera una alternativa. Ese gesto habla de sensibilidad, respeto y profesionalismo.
Costumbres y aprendizaje
Me impresionó que, en un comedor con casi un centenar de niños, solo dos estuvieran algo rezagados.
Uno, porque eligió conscientemente comer solo.
El otro, porque simplemente no le gustaba el brócoli… aunque sabía que debía comérselo.
Ambas situaciones fueron gestionadas con naturalidad, sin dramatismo. Y eso también es educación emocional y social.
Mirada personal como madre
Esta experiencia me tocó especialmente como madre de tres hijos. Mi hija mayor no creció comiendo en el comedor escolar y recuerdo lo difícil que era que, a los ocho años, aceptara un brócoli o una sopa.
En cambio, mis otros dos hijos, que han estado en el comedor desde infantil, hoy son casi pequeños gourmets. Puedo decir con total tranquilidad que este entorno ha educado sus paladares. Comen de todo. Literalmente de todo.
A veces incluso bromeo diciendo que antes el presupuesto era más fácil porque eran más “básicos”… hoy su paladar es universal. Y lejos de ser un problema, es un regalo para toda la vida.
Conclusión
Salí del comedor con el corazón lleno. Vi niños alegres, un ambiente sano, cuidado y vivo. Estoy profundamente agradecida de haber ganado este concurso y de haber podido vivir la experiencia de comer en el comedor del Eijo Garay.
Quiero felicitar de corazón al equipo de Gastroser. Los conozco desde hace más de 10 años, pero nunca había tenido la oportunidad de estar tan cerca de su trabajo diario. Hoy pude comprobar, en primera persona, el cariño, el esmero y el profesionalismo con el que trabajan.
No es solo lo que dicen los niños.
No es solo que mis hijos hayan aprendido a comer de todo.
Es que hoy lo viví, lo observé y lo probé.
De mi parte, no puedo decir nada negativo, porque no lo vi. Esto no es solo mi espíritu optimista hablando: son hechos reales.
Gracias, de verdad. Muchísimas gracias. 💛
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